lunes, 11 de mayo de 2009

Neill dixit

“Miles de maestros hacen espléndidamente su trabajo sin tener que recurrir al miedo a los castigos. Los demás son individuos incompetentes que no están en su sitio y que debieran ser expulsados de la profesión”.


En apenas unas décadas se ha tornado la situación. En las escuelas de los países desarrollados es inconcebible que se realice un castigo físico o moral a un niño y que no se produzcan airadas y mediáticas reacciones que pongan al educador a los pies de los caballos. La influencia de la Escuela Libre es determinante para entender este cambio. A pesar del relativo fracaso de esta corriente, con apenas un puñado de escuelas que desarrollen plenamente las ideas fundamentales en las que se basa, el poso, la esencia de la educación en libertad esta en todas y cada una de las escuelas de nuestra sociedad. En el siglo XXI, los niños tienen derechos individuales y colectivos e incluso leyes que les protegen de cualquier agresión o abuso por parte de los adultos. Aunque la figura del educador no es igual que la de los alumnos como pretendía Neill, el maestro autoritario y represivo de antaño que era un modelo de los niños sí o sí, es hoy un guía y compañero que se debe hacer respetar no por la fuerza, sino con empatía, talento e implicación. Otro de los puntos que debemos resaltar es como los plomizos monólogos que el educador utilizaba como único medio para enseñar las lecciones, han sido progresivamente sustituidos por nuevas técnicas de enseñanza más amenas, que permiten la implicación y participación de los alumnos con innumerables prácticas y actuaciones “insitu” sobre lo que se quiere aprender. Una escuela de nuestro tiempo tiene previstas varias excursiones instructivas y divertidas a partes iguales, que se realizan durante el curso (granjas, parques de tráfico, zoológicos…).
En honor a la verdad nos vamos a plantear que quizás de algún modo se ha pasado de un extremo a otro, ya que se sabe que actualmente los niños son maleducados en su comportamiento, abusando de su privilegiada situación actual, los maestro en ocasiones se sienten impotentes para ejercer un mínimo deseable y necesario de autoridad debido a las leyes, a la opinión pública y a los padres que les convierten en culpables del fracaso social y escolar de los niños. La ley del menor es un ejemplo de que querer proteger en demasía a los niños es contraproducente si permite a los mismos actuar mal y en contra de los derechos de los demás, como cuando algunos profesores son agredidos cobardemente por padres en ocasiones, e increíblemente, por niños y adolescentes en otras. Mano dura contra estos ataques por el bien de todos es un deber.

7 comentarios:

  1. Buena entrada, Amadeo. Este es un tema siempre candente. Yo sufrí verdaderas palizas en la escuela. El maestro era un artista con los pinceles y la armónica, pero nos arreaba de lo lindo. Todavía recuerdo a mi amigo Pedro bajando a lavarse al río toda la sangre que le caía por la nariz y por la boca. Hemos pasado, efectivamente, de un extremo al otro. Y los extremos ya sabemos que no son buenos.

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  2. Jejeje, yo todavía me acuerdo de los reglazos que me daban en la punta de los dedos.

    Y cuando ponían castigado a uno con los libros en las manos y los brazos extendidos.

    Ufff, que tiempos...., eso se lo hacen hoy a mi hija....y pobrecito el profesor...

    Muy buena entrada....

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  3. Gracias a los dos por pasaros por aquí. Hoy el que intente agredir a un niño lo tiene claro, la ley y la opinión pública que es muy importante para poder erradicar todos los casos de violencia, persiguen y marginan a quienes la utilizan. Un saludo.

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  4. Los extremos como bien se ha comentado es malo, yo particularmente, creo que habría que tener mano dura con los que se desmandan, modificar la ley del menor para que ya que está cambiando la manera de "hacerse adultos" los niños, pues asuman esas responsabilidades también, es decir, por ejemplo en el caso más sangrante, matas a alguién pues a la carcel directamente los años que sean.

    Pero que se va a esperar de un sistema judicial que condena a una penarsona a 100 años de carcel. Cumple 12 y sale por buen comportamiento?

    Un saludo Amadeo

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  5. Hola Pharpe. Bienvenida tu opinión. Ese es el problema que tenemos en España, las leyes en general y la de menores en partcular. Hay un juez de menores de Granada, Emilio Calatayud que pone las cartas sobre la mesa y llama a las cosas por su nombre. Hay que actuar de inmediato para dejar esta sociedad en manos de personas responsables y no de una generación sin valores.
    Un abrazo.

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  6. Estoy de acuerdo en general con vuestra opinión pero creo que habría que mirar más a fondo.
    Esta claro que se ha pasado de la mano dura que había en la dictadura al pasotismo que hay en la democracia. No toda la culpa es de los jovenes, unos nacen blancos, negros, gitanos o payos pero no maleducados, impertinentes y desagradecidos. A la escuela se va a aprender y en su casa los educan. Posiblemente los que van de chulos a las escuelas amenazando a los profesores son porque sus padres son así y los padres que pegan a los maestros por suspender a sus hijos, serán esos a los que los maestros pegaban o ridiculizaban cuando estudiaban.
    Lo primero que se debería de hacer es llegar a un acuerdo en educación entre los dos grandes partidos políticos del pais, pero cuando uno de ellos se preocupa más de los porcentajes de suspensos o aprobados y el otro partido en hacer que la religión tenga el mismo peso que las matemáticas nos encontramos que cada dos por tres se cambia el modelo educativo de este pais y tenemos lo que nos merecemos.
    Y los profesores también deberían de decir algo. Parece que sólo se manifiestan para pedir aumento de sueldo o más vacaciones. Deberían de decidir ellos que, como y cuanto se estudia pero no lo vayan a decir muy alto no sea que pierdan ese puesto de trabajo que tienen.

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  7. Desde luego que los políticos hacen un flaco favor a la educación. El consenso es una condición sine qua non para poder llegar a algo en este campo, además nos jugamos nuestro futuro, el de la sociedad. Gracias por tu comentario, Anónimo.

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