viernes, 27 de marzo de 2009

Educación de cine

Dar cera, pulir cera, esta mítica y cinematográfica frase utilizada por el señor Miyagui para entrenar a su pupilo Daniel Sam, en la película Kárate Kid, nos viene al pelo para describir exactamente nuestra parte de la función que en si misma representa la enseñanza. Dar y pulir. Dar en el sentido de ser exigentes con nuestros alumnos, en el de ser nosotros fértiles en nuestra propia preparación, en la de guiar y proporcionar materia de estudio clara y suficiente que permita el desarrollo de cada individuo en la dirección que él mismo decida…Importantísimo el proponer actividades que despierten su interés, que les enseñe a trabajar individualmente y en equipo, a ser ellos los que resuelvan los problemas planteados, practicando y experimentando…Pulir como eliminar de su conducta y de sus hábitos provocados por su educación anterior y su ambiente social cualquier atisbo de ordinariez y vulgaridad que asome en sus jóvenes e inexpertos espíritus. En busca de la excelencia, podría ser el título de una obra literaria que definiese la mentalidad que nos debe acompañar en esta bestial experiencia. Decía el Padre Flánagan (Spencer Tracy) en La ciudad de los muchachos que no existe un niño malo, seguramente sea así, pero si ocurre que en ocasiones se portan mal, se pegan, se hacen daño…No saben distinguir lo que está bien y lo que no lo está tanto, de ahí que a ratos se les pueda considerar perversos, son comportamientos que se deben erradicar de raíz. También tienden a correr, a gritar, a saltar sin respeto ni miramiento a lo que les rodea, actitudes lógicas en niños de muy corta edad que deben ser corregidas para que a medida que vayan creciendo, sepan comportarse en la sociedad a la que ellos pertenecen y que algún día tendrán que gobernar. Ya que hemos hablado de cine y libros, mencionaremos la excelente comunicación e información de este siglo como una de las armas de las que podríamos disponer para conseguir una educación coherente y social, la realidad nos dice que hoy es un hándicap y que la televisión no contribuye demasiado a esa situación ideal. Consiguiendo la implicación de las familias en la educación que merecen sus hijos, me atrevo a poner un título a esta “película” bastante optimista a tenor de la situación: MISIÓN casi IMPOSIBLE.

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