miércoles, 8 de abril de 2009

Comentario de un artículo científico

Antes de leer este artículo y como seguramente le pasaría a cualquier persona sin conocimientos significativos de Ciencia, y sin preparación previa en la materia, jamás habríamos tenido en cuenta el factor error, como una de las ventajas para avanzar en su mejor comprensión y en el desarrollo del proceso de Enseñanza y Aprendizaje en el aula. Los argumentos que los autores del documento ofrecen sobre esta cuestión son importantes en intenciones y sólidos en contenido, si el contexto real en el que se aplique tiene una estructura suficientemente preparada a nivel político, humano, educativo y profesional.

En nuestra sociedad, pensamos que actualmente, no se dan las condiciones precisas para resistir una enseñanza basada en experimentar y en aprender de los errores. No es que no nos gustaría, es todo lo contrario.

¿Cómo vamos a confiar a esta sociedad una enseñanza de este tipo si son los errores lo que marcan la diferencia a la hora de integrar a un individuo en la naturaleza, en la sociedad y en la cultura? Alguien podría decir ahora que son los aciertos los que premian el trabajo de los alumnos o trabajadores, pero no estaría siendo realista porque, podemos ver en las escuelas, que a pesar de tener psicopedagogos que ayudan unas cuantas horas a la semana al discente que lo necesita, el alumno que a pesar de la ayuda no llega a los objetivos mínimos, es apartado de sus compañeros de clase y relegado a un curso cuyos componentes tienen una edad inferior, y que además, generalmente y aunque sea triste decirlo, acaban apartándolo hasta llegar a la marginación. La escuela es la culpable de tal situación. Los errores, derivados bien por la naturaleza de la persona o por las características de su entorno, en unos casos, y por la ineptitud de los profesionales y las carencias del sistema educativo (Aquí vamos a denunciar el cachondeo que se traen los distintos partidos políticos que han ostentado el poder en los últimos años, que interponen sus intereses antes que los del resto de la sociedad, como demuestra el poco consenso que hay en materia educativa, con orientaciones mal intencionadas de enseñanza y asignaturas a gusto del color que domine en el congreso. Los dos cocos políticos (partido de la flor y partido de las dos aves) tienen la misma culpa y responsabilidad en este asunto y la sociedad entera debería levantarse en armas y exigir una enseñanza de calidad que nos saque del pelotón de los torpes de Europa) en otros, condena a las personas y no suponen en modo alguno una respuesta de acción efectiva que mejore a la persona. No es real a fecha de hoy.

Nunca podremos explicar a nuestros alumnos que experimentar y errar puede traer el éxito cuando ellos comprueban día a día que no es así: El que más falle es el que se quedará atrás. Por lo menos eso sucede en campos más generales, aunque en nuestra clase será como nosotros queramos que sea, dentro de lo que se nos deje hacer.

Deberemos aclarar, que la oportunidad que ofrece el laboratorio de Ciencias y en general el poder desarrollar la enseñanza basada en los principios en los que se sustentan las teorías de estos autores, dejará de ser real al salir del aula, si no lo decimos, estaríamos siendo injustos con los alumnos, estaríamos faltando a la verdad. Hay que diferenciar, que no es lo mismo que fragmentar.

Los mismos autores reconocen la singularidad del tipo de enseñanza por el que apuestan cuando afirman: “En una concepción del saber como inacabado, los errores y desaciertos tienen una dimensión diferente…” Efectivamente, en otra concepción del saber, otro gallo cantaría. Quizás en nuestro contexto político y educativo, como hemos empezado a apuntar antes no está bien definido lo que supone el concepto y las consecuencias del saber y del no saber (y eso afecta sobremanera al contexto social y físico) y no se sabe muy bien el rumbo que van a tomar las cosas.

El saber inacabado es algo distinto, una alternativa a lo que hoy tenemos. No podemos pensar combatir la fragmentación en el saber y aplicar la teoría de saber inacabado solamente en la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias. Tiene que cambiar en todas las áreas y convertirse en una forma eficaz de enseñar cualquier cosa, aunque está claro, que por sus características especiales, aplicarlo al estudio de la Ciencia será mucho más cómodo y quizás muy efectivo. Pero, descubrir, observar, manipular, construir… son algunas de las muchísimas acciones que también se pueden aplicar a otras materias para su estudio y comprensión y, aunque el aprendizaje práctico-significativo muestra un avance imparable en nuestros centros como todos sabemos, el error sigue penalizándose en el sistema de evaluación y nuestros escolares aprueban o suspenden, pero, ¿aprenden todos? ¿Aprenden todo lo que pueden aprender? Debemos ser muy críticos y a la vez actuar con valentía para poner sobre la mesa la injusticia que supone, la lamentable desclasificación que de todos nosotros, hace la sociedad basándose en un número.

Después de esta, esperamos, constructiva reflexión, nos vamos a centrar en el lugar real de aplicación de este tipo de aprendizaje en el laboratorio de Ciencias. Otra vez vamos a ser críticos: ¿Es posible y lógico pensar que con los recursos e infraestructuras medias de los colegios que estamos poblando los maestros en prácticas, que somos nosotros, se puede llevar adelante un proyecto que piense en optimizar el tiempo, en la participación activa de todos los alumnos y en experimentar y ensayar las veces que requiera el aprendizaje? Nosotros pensamos que no. En los laboratorios-tipo y con los instrumentos-tipo de nuestros espacios educativos, no. Hay que dotar de medios a los colegios para acometer una severa transformación que no limite los experimentos a pequeñas aventurillas realizadas a manera de juego y casi, casi corriendo, y sean realmente significativos. Falta de todo entre otras cosas más aulas destinadas a las Ciencias.

Otra cosa también es enfrentarse a los maestros en el ciclo o área que te haya tocado y que por comodidad, cobardía o incompetencia no estén de acuerdo en apostar más por este tipo de aprendizaje y que la sola idea de cambiar una página del libro por un trabajo investigativo les pueda llevar al hospital con un soponcio. La verdad, es que las nuevas generaciones de maestros, encontramos cada vez menos profesionales que rechacen las nuevas tendencias de la enseñanza, pero haberlos, aún haylos.




A pesar de todo lo anterior, llega un momento, que con los escasos recursos y medios, que con bastante probabilidad y con absoluta contrariedad vamos a disponer, y con un equipo, que puede no ser todo lo ideal que requiere esta manera de enseñar, estaremos solos con nuestras alumnas y alumnos y ahí es donde si podemos actuar.

Dentro de nuestra clase las cosas se harán como nosotros creemos. Somos conscientes de la importancia de nuestro papel para motivar y dinamizar el aprendizaje. Debemos hacer un agotador pero gratificante esfuerzo de adaptación para sacar el máximo provecho de las circunstancias que nos hemos encontrado buscando la formación integral de nuestros alumnos. Aquí entra el juego el compromiso y la intencionalidad de cada uno.

Sabemos que no sólo hay una manera de plantearse la enseñanza y aprendizaje de las Ciencias y nos preocupa y ocupa, el informarnos bien sobre las ideas de los teóricos de hoy, que se aplican en la enseñanza de las mismas. Aprender y comprender la evolución de los distintos modelos didácticos para sacar lo mejor de cada uno de ellos, nos hará mejores. Aquí una visión crítica pero constructiva nos ayudará a distinguir, lo que realmente nos aportará algo y lo que no.

Compartimos plenamente con los autores del texto, que desde el interés y las ganas de conocer el mundo de un alumno, conociendo sus deseos, sus dudas y sus ideas previas se puede abordar con más éxito este tipo de enseñanza. Nosotros los maestros tenemos la obligación de despertar en ellos el interés en las cosas que consideramos fundamentales. Debemos aprender a hablar con ellos, aprender a hablar como ellos, aprender de sus preguntas y respuestas. A partir de ahí podemos realizar deducciones e inducciones, aprovechando los modelos menos exactos e incompletos (aunque para ellos muy coherentes) que ellos mismos nos dan y que pueden tener valor para construir una base conceptual que apoyen y den significado a otro conocimiento mayor y más complejo. Tendremos preparadas una serie de estrategias cognitivas que permitan establecer una relación coherente entre los hechos de los niños y niñas y los hechos reales. Y efectivamente, tal y como bien se ha afirmado los maestros somos un modelo para los alumnos y alumnas, para bien y para mal en todo lo que hagamos delante de ellos. Una actitud de búsqueda, de investigación, de interés, de esfuerzo, de deseo de conseguir…Causará sí o sí un efecto positivo, en ellos y en ellas.

Conclusión: ¿Es posible? Sí, pero habrá que atarse los machos.

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