martes, 21 de abril de 2009

Educador en España. ¿Loco o valiente?

Los nuevos tiempos que corren, con gran variedad cultural, étnica y social en nuestras escuelas, añaden un plus de dificultad a nuestra labor, ya que intervienen nuevos factores ajenos a los que eran habituales hace apenas unos años, factores derivados de la intransigencia hacia los que son “distintos”, por parte de los que se creen los amos de este país, por ser de la raza dominante(En número, por ahora), que trasladan un miedo y un rechazo a sus hijos que se percibe perfectamente por todas las personas implicadas en esta situación, que somos todos. Claro haciendo honor a la verdad, tenemos que decir que, quizás, no todas las personas procedentes de los grupos marginales y de la inmigración, demuestran tener interés alguno en integrarse, como lo demuestran los numerosos incidentes en forma de delitos de robo, agresión, maltrato a mujeres…que llenan las páginas de los periódicos, mostrando el peor lado de la nueva sociedad, adoptada por nosotros. España, nuestro país tiene que demostrar por razones morales, humanas y también de memoria histórica (nosotros fuimos en gran número inmigrantes por razones políticas y laborales) una grandeza, que nos permita comprender, que una parte de las personas que vienen de países y culturas distintas, en una proporción similar a la de “los españoles de toda la vida”, serán personas conflictivas, a las cuales nuestras leyes perseguirán, juzgarán y castigarán.
Claro que, estos problemas noveles, son un añadido considerable a las importantes dificultades lógicas a la hora de educar, como diría Platón, al animal más difícil de manejar, que es el niño, al cual se le debe educar de modo firme y a la vez flexible, se le debe exigir y a la vez dar tregua, se le debe admirar y a la vez soportar…buscando el perfecto equilibrio, entre las necesidades del niño de jugar, divertirse vivir…y las ineludibles obligaciones que tienen como personas, de formarse inmejorablemente dentro de la sociedad en la que viven.
El que lo vea desde fuera, seguro no nos arrendará las ganancias, como dice el refrán, pero los que estemos dentro de este, a veces loco barco, nos tenemos que ver especiales, aunque sólo sea, para que no nos entre ganas de salir corriendo ante las dificultades, y, sobre todo, ante la enorme y maravillosa responsabilidad que nosotros mismos hemos decidido asumir.

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