miércoles, 22 de abril de 2009

¿Por qué hay que educar?

Hay una palabra, que bien podía definir la propagación del amor, que debemos tener por los que nos sucederán en las competencias, que nos corresponden en esta aventura que es la vida (caduca en lo físico, pero jamás en la obra, en la herencia que supone nuestra aportación a los demás), esa palabra es lealtad. Es nuestra misión depositar es este mundo en las manos de nuestros sustitutos, pero no acaba ahí nuestra labor, ya que ese legado es útil siempre y cuando hayamos comunicado y transferido a los nuevos miembros de la sociedad unos valores humanos de aprecio a la familia, a los compañeros, en fin, a todos.
El cometido de cada uno de los individuos, en especial de los que son padres, o, como nosotros los maestros, es con seguridad y solidez fijar unos principios en nuestro ser y traspasarlos a cada una de las personas, que conducirán y gobernarán este barco, que es la existencia.
Los herederos y continuadores de nuestra cultura necesitan, además, disponer de conocimientos y preparación suficientes, de cualquier aspecto que les permitan por si mismos, ubicarse en el lugar conveniente, en cada momento de su vida, dentro de la familia, en la escuela…Deberán adquirir, una voluntad firme de convivencia con los demás seres humanos, en especial con los que un día tendrán que ser formados por ellos para los cuales serán un ejemplo, esperemos, de rectitud y conservación de los valores acumulados.

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