sábado, 4 de abril de 2009

La huerta en el Camp de Morvedre

INTRODUCCIÓN


Seis minutos antes de la hora acordada pasamos con el coche por el lugar de la cita buscando sitio para aparcar, allí está ya Antonio G. Apenas lo reconozco debido a que hace muchísimos años que no lo veía, exceptuando hace aproximadamente un mes, que me crucé con él y su hijo (es perito agrónomo y profesional autónomo del riego por goteo, al que nos une una gran amistad desde tiempos infantiles), por la calle de noche. Tras una breve conversación con ambos quedamos que es el padre el que nos puede atender mejor, debido a que atesora cincuenta años de experiencia en los campos. Así es como concretamos la entrevista y hoy es el día y el momento elegidos.

Una vez mi compañero y yo hemos dejado nuestro vehículo en un sitio apropiado nos dirigimos a su encuentro. A medida que nos vamos acercando, podemos comprobar los rasgos de agricultor puro característicos de nuestro protagonista: piel morena, cuerpo fuerte y robusto, gorra y mono de trabajo, chaqueta con una braga en el cuello, botas sucias del trabajo… Además, Antonio con su sonrisa y su rostro amable y cercano infunde confianza y tranquilidad. Muy lejos de la imagen estéreo-tipificada de agricultor rudo y huraño que a veces se nos presenta desde las tertulias, los chistes y la televisión.

Tras los saludos y presentaciones y tras una primera toma de contacto, comprobamos que realmente es una persona especial, sana, buena, entregada a lo que hace, tenemos claro que este hombre va a resolver todas nuestras dudas y que además lo va a hacer con interés y dedicación, como hace habitualmente las cosas.

Hoy hace un día de perros, mucho viento y un frío algo molesto. A pesar de ello y de tener una cafetería muy cerca acordamos realizar nuestra entrevista en un banco de la plaza al aire libre. Todos lo preferimos. Sabemos de las muchas obligaciones diarias que nuestro entrevistado tiene y procedemos a preguntarle las cosas que necesitamos saber para que pueda reanudar su trabajo cuanto antes.
Después de explicarle lo que necesitamos y de un breve intercambio de impresiones decidimos que el estudio lo vamos a realizar sobre una explotación dirigida desde hace varias décadas por él. Aquí llega nuestra sorpresa cuando somos invitados a acudir al huerto que vamos a examinar, hacia allí nos dirigimos los tres en el coche de Antonio ya que es él el que conoce mejor los caminos, y quizás porque piense que por los caminos rurales no debería conducir cualquiera, ¡todo puede ser!

Durante la escasa media hora que dura el trayecto obtenemos toda la información necesaria sobre su persona y su trabajo, así como una pequeña presentación introductoria sobre lo que vamos a ver.

Antonio es técnico agrícola, jefe de varias explotaciones, le sobra trabajo a sus 63 años porque está siempre muy solicitado, debido a que conoce a fondo y de primera mano esa tierra que trabaja desde hace ya medio siglo, cuando con trece años y de la mano de su padre comenzó su carrera, y puede explicar y resolver, cualquier particularidad e imprevisto que pueda surgir en los campos de la zona desde su experiencia y conocimientos adquiridos a fuego. Su preparación académica llega hasta ese momento en el que coge por primera vez una azada, pero a partir de ahí comienza la preparación real la que le convierte en un valor seguro para los propietarios de las tierras: el de la experiencia. Atrás, muy atrás en el tiempo que no en el recuerdo, aquel primer día en el que su padre le guiaba en sus primeros torpes movimientos agrícolas.

Actualmente él es el que guía y dirige cualquier actividad en la que interviene desde la participación activa y desde el contacto con la tierra, mientras los escasos jóvenes que deciden o que tienen como última alternativa, el trabajar en el campo escuchan atentamente la voz del experto. El mensaje de sabiduría sobre nuestros campos que desde aquel día le trasmitiera su padre, hoy lo deposita en otras personas, las cuales en su mayoría, tienen poca o ninguna preparación académica, aunque en tiempos de crisis es más habitual observar entre los jornaleros, personas con una preparación académica media o superior.
¿Y sus hijos? Hoy de sus tres hijos sólo uno ha heredado el gusto por trabajar en el campo, en el mundo del riego por goteo, los otros dos siguen caminos diversos no relacionado con la agricultura, los tres hermanos y damos fe de ello, son personas buenas, sanas y educadas.

Queremos saber algo sobre las tierras, y como respuesta a nuestras cuestiones obtenemos esta información:

El tamaño de la misma es de cien hanegadas un tamaño medio si consideramos que Sagunto (que es la ciudad a la cual pertenece el término en el cual se asienta el campo a analizar) es zona de pequeños propietarios, pero también de grandes terratenientes en forma de empresas, sociedades y particulares acaudalados.

Antonio trabaja a sueldo como técnico para un propietario particular del municipio. Nuestro huerto se encuentra dentro de una montaña en plena zona costera, es un terreno fértil con un suelo de regadío, preparado para el cultivo de cítricos, aprovechando el óptimo clima mediterráneo de la zona que maximiza el rendimiento del cultivo principalmente de mandarinas, pero también de limones y pomelos.


Esto no es nada extraño para nosotros que ya disponemos de estos datos sobre los cultivos y su extensión en Hectáreas en el término:

DATOS DE: Sagunto/Sagunt POR TIPO DE USO Y SOBRECARGA
USO SUPERFICIE (ha)
Agua 393.8
Cítricos 6151.9
Coníferas 1826.0
Cultivos herbáceos en regadío 319.0
Frutales en regadío 2.8
Frutales en secano 225.9
Huerta y cultivos forzados 153.2
Improductivo 2005.0
Labor en secano 4.6
Matorral 1611.1
Matorral con coníferas 365.8
Olivar en regadío 12.5
Olivar en secano 45.0
Pastizal 28.7
Pastizal / Matorral 57.2
Viñedo en secano 6.7


Podemos comprobar como predominan los cítricos ampliamente frente otras opciones.

Pero volvamos al terreno: éste se divide en parcelas, en varios bancales unidos, de tres o cuatro hanegadas cada uno que no se nivelan ni se separan con paredes entre otras cosas porque son actuaciones que suponen un coste muy elevado, por lo que tienen diversas formas. Son mesetas que representan sobre el plano un entramado parcelario multiforme. Los cultivos se distribuyen sobre estas mesetas. No están cercadas aunque si bien delimitadas. Limitan con el monte blanco y con terreno municipal. La organización de las parcelas permite la presencia de varios senderos y caminos entre ellas que seguramente facilitarán el traslado de maquinaria y herramientas así como de los agricultores.

Al principio del huerto observamos una pequeña caseta de cemento con respiraderos superiores con una rejilla cada uno. Actualmente se destina como almacén de los distintos aperos y alguna pequeña maquinaria, en su origen algunos animales domésticos dormían y se alimentaban aquí. Nuestro protagonista asegura que el campo ha supuesto un cambio paisajístico visual pero que en absoluto han supuesto perjuicio alguno al mismo paisaje.

Hemos llegado. No podríamos llegar hasta aquí nosotros solos en nuestra vida porque no recordamos el camino desde hace diez kilómetros. Una carretera y posteriormente varios caminos rurales que formaban un auténtico laberinto han logrado desorientarnos totalmente…

La tierra blanda y húmeda mancha nuestro calzado, poco oportuno para la ocasión. Nos quedamos ciertamente asombrados cuando nos muestra la extensión del huerto “medianito” sobre el que investigamos, a la vista es el terreno que ocuparía un estadio de fútbol multiplicado por diez, faltaría confirmar este dato pero apostaríamos a que por ahí andará.

Durante los años que lleva nuestro personaje en esta plantación siempre se ha cultivado la misma extensión de tierras, tierras que antiguamente eran de secano, de algarrobos, al contrario que otros muchos campos del Municipio más cercanos al casco urbano donde era habitual el cultivo de aceitunas (hoy en día al precio que están las aceitunas y el aceite mucho más rentable que los cítricos y además subvencionado) y mucho más de vid.

Al preguntarle por la relación que tiene esta explotación con la ganadería nos dice que ninguna. Rara vez la agricultura y la ganadería están asociadas en nuestra comarca. A juicio de nuestro interlocutor ambas actividades están en declive y las grandes cooperativas por un lado y por otro: las importaciones, la producción de otros países de alimentos antes casi exclusivos de nuestra zona, el avance del suelo de hormigón y en suma la escasa rentabilidad del trabajo; aceleran lo que él considera el principio del fin de nuestra agricultura y ganadería.

Debemos tener en cuenta que en esta explotación se practica el monocultivo. Cítricos: generalmente mandarinas que suponen una producción por hanegada que ronda en un año bueno las trescientas arrobas y que cuando el huerto está en su mayor esplendor y se dan todas las condiciones favorables llega a las cuatrocientas, aunque en muy contadas ocasiones. Depende de la hanegada, del clima y de las circunstancias se produce cada año una variabilidad de las cosechas que ronda las doscientas arrobas, así, no es difícil obtener un año de una hanegada concreta ciento ochenta arrobas y en la cosecha posterior doblar esa cantidad y observar variaciones continuas al alza o a la baja “según toque”.

Un apartado aparte merece el comentar que el campo y las cosechas están asegurados mediante un seguro rural, que ofrece a los agricultores una amplia cobertura contra viento, heladas, inundaciones, piedra… Preguntamos precisamente sobre las heladas y su frecuencia, y aprendemos que en esta zona las heladas son poco habituales y que perjudican más o menos, dependiendo de la variedad del punto de dulzura del fruto. Así, para Antonio, es una de las menores preocupaciones de los agricultores de la zona. Según la fecha se producen ligeras heladas de la tierra como en las tempranas del otoño y que en las tardías, en primavera el aire frío castiga de lleno a la flor débil de los árboles con temperaturas que oscilan entre los 2º y 0º centígrados, al límite de la congelación que se produce por debajo de esas cifras. Contra estas heladas se combate con aspersores de agua que actúan sobre la hoja y la flor, se crea un microclima húmedo que impide la congelación. Con el viento no se producen situaciones complicadas de relevancia debido a la situación del huerto y las características físicas y climáticas de la zona, jamás en este campo un árbol ha sido abatido por el viento y los frutos generalmente mandarinas aguantan generalmente muy bien los envites del Dios Eolo. Claro que esto es mucho más fácil si te encuentras protegido por el monte sobre el que estás asentado.

Otra cosa es el hablar de inundaciones, la inclinación del huerto proporciona un desagüe natural ladera abajo, pero si las lluvias son torrenciales y persisten pueden producir en ocasiones daños irreversibles en la cosecha de ese año y de los posteriores.
Como anécdota nos cuenta Antonio como años atrás los recolectores habían empezado su tarea y cuando apenas llevaban treinta arrobas cosechadas comenzó un auténtico diluvio y duró los suficientes días para bufar la naranja y echar a perder la cosecha entera.

Todos conocemos el proceso de desertización que se está produciendo en España, avanzando inexorable desde algunas provincias andaluzas, Murcia, Alicante… Afortunadamente para los intereses agrarios de los agricultores de la zona las sequías aún no son causa de desvelos nocturnos, no es que sea esta una zona donde esté garantizada la lluvia suficiente para mantener sus cosechas ni mucho menos, pero los campos cuentan con sistemas de riegos adaptados a las circunstancias de cada uno de ellos, por eso los problemas de riego de los huertos vienen generados por problemas con el motor de riego antes que con cualquier otra causa. Una reflexión que queremos hacer es que la producción, el riego, los recursos a destinar son distintos en cada hanegada, se realizan las acciones oportunas sobre cada una de ellas buscando el mayor rendimiento y viabilidad en cada una de ellas atendiendo a sus necesidades particulares.

Aquí va un pequeño resumen de las actividades habituales que se producen en esta explotación durante el año: El abonado de los campos se produce de febrero a marzo cuando la tierra no está muy helada, las podas se realizan de marzo a junio, el sulfatado depende mucho de lo que necesitan los árboles. En este aspecto son reseñables los avances que se han producido, las innovaciones en los productos necesarios para el proceso de sulfatado, que suponen una revolución en cuanto que no se depende tanto del clima o de la estación en la que te encuentres y si se acometen las necesidades específicas del momento. La siembra tiene lugar desde noviembre hasta junio que es cuando la planta está parada, a partir del quince de junio el árbol reacciona y arranca. La recolección se realiza aproximadamente desde el 20 de septiembre a mayo según el tipo de fruto.
La explotación no cuenta con invernaderos, no son indispensables para mantener con relativa garantía la cosecha, pero cuenta con unas telas blancas que protegen de la miseria y a la vez un poco del clima, además no debemos olvidarnos de los aspersores que protegen de las heladas, ya mencionados anteriormente.

En cuanto a la fumigación se realiza de manera tradicional con tubo y manguera, árbol a árbol, rama a rama, flor a flor…Observamos una bolsa de abono químico semivacía le preguntamos su opinión sobre el uso de estos productos y otros como pesticidas frente al uso de productos naturales y la respuesta es demoledora: “No se puede hacer cultivo ecológico”. Conseguir abono natural ya no es económico como antes y además los productos que comen los animales también artificiales no ofrecen garantía de naturalidad a sus excrementos.

Antonio nos confirma que el propietario de la explotación no está asociado a ninguna cooperativa porque prefiere ir por libre. Es una persona con otra fuente de ingresos mayor que no depende en absoluto de la cosecha para subsistir.

Las compras las efectúa en algunas de las empresas dedicadas a proveer de materiales y productos químicos a los agricultores de la zona que hoy todavía subsisten a las adversidades propias del mundo agrario.

Nos centramos en el riego. La explotación dispone de recursos hídricos propios con un pozo de agua subterránea privada del que extrae toda el agua que necesita para regar las cien hanegadas. El pozo de agua no se encuentra en la explotación y no es de su propiedad, sino de una sociedad. El método utilizado es el riego localizado por goteo, que ahorra entre un 15% y un 25% de agua. Se dispone de una bomba aspersora. Y se calcula el consumo en un metro cúbico de agua por hanegada y por hora. Lo que en términos absolutos en esta explotación suponen al día 2400 metros cúbicos, a la semana 16800, al mes 72000 y al año 876000 todas ellas cantidades aproximadas. Claro que estas cifras serían reales si se regaran todos los días del año cosa que no sucede porque el riego depende siempre de las fechas y de la temperatura y las lluvias.
¿Cómo llega el agua al campo? Es conducida mediante tuberías. Las acequias no han sido retiradas, continúan teniendo una función de desagüe del agua proveniente de las lluvias.

Existe un organismo que regula el uso del agua y es la “Confederación hidrográfica del Júcar” y en la zona existe un “Sindicato de riegos” al que en nuestro caso no hay necesidad de recurrir porque el pozo es de una sociedad privada. Otra cosa que nos llama poderosamente la atención, que la figura del regador, el requiero de toda la vida persiste en el panorama rural, aunque en los lugares donde se utiliza el riego por goteo no son necesarios sus servicios salvo situaciones especiales.

Una vez ya conocemos tan bien el terreno, vamos a proceder a investigar los distintos utillajes, herramientas y maquinaría que utilizan en el día a día nuestros agricultores. Podemos observar un tanto aliviados, como algunas herramientas tradicionales, como la azada, la hoz, la legona, el pico y la pala, así como los alicates de recolección, para cuando la fruta no permite el “collir a tiró” (esto es la demostración palpable de que el factor humano todavía es imprescindible para nuestra agricultura).

Es justo también reconocer el ahorro de esfuerzo humano y económico que han supuesto algunas nuevas herramientas, aperos y maquinarias que facilitan el trabajo diario del agricultor. Así los tractores con sus distintos aperos con una potencia de 40 C.V. y hasta de 80 C.V. dependiendo si hablamos de un equipamiento base o más completo, los atomizadores cuya potencia oscila entre los 60 C.V. y los 80 C.V. en este último caso si es turbo y funciona con corriente de aire, y en menor medida, los motocultores y un remolque con oruga que se utiliza para recolectar son las máquinas que más “ayudan” actualmente al agricultor en su tarea. Esta maquinaria consume un tipo de combustible llamado gasoil B que es bastante más económico que el que se suele utilizar como combustible de los automóviles, el gasoil A. Esta maquinaria se ha ido incorporando paulatinamente a la explotación a medida que se tenía constancia de su existencia y de sus prestaciones. Nos confirma Antonio que algunas de las máquinas tienen tres o cuatro años por lo que son relativamente nuevas y otras en cambio llevan más de una década funcionando en estos campos.

Dependiendo del uso que se les dé estas nuevas herramientas pueden tener una vida entre quince y veinte años, aunque en algunas ocasiones estando alguna de ellas en perfecto estado, se sustituyen por otras más modernas y más equipadas pasando las antiguas al mercado de segunda mano. En esta explotación las necesidades están cubiertas perfectamente en cuanto a la calidad de los instrumentos y la maquinaria, y todos ellos pasan todas las revisiones pertinentes estando a pleno rendimiento cuando hay que hacer uso de ellos. (En la imagen superior podemos ver un atomizador turbo).
Las tareas más habituales que se realizan con el tipo de maquinaria que estamos tratando van desde arar, hasta pulverizar, echar herbicida con el tractor… Son actuaciones, hoy en día, más ecológicas que hace apenas diez años en los que no se tenían en cuenta todavía el factor medioambiental. El factor económico y sobre todo el humano, como habíamos comentado antes, son los que más pesan, pero todo el mundo está muy concienciado con la necesidad de preservar el medio ambiente.

La maquinaria pertenece al propietario de la tierra y ha ido cambiando poco a poco el modelo de explotación mejorando significativamente la calidad de vida y el riesgo de lesiones y enfermedades del agricultor.

La cosecha se vende a almacenistas locales que envían la fruta al extranjero, generalmente al mercado alemán, a Colonia, Frankfurt, Munich...
En aquel país es adquirida por los propietarios de una cadena de supermercados, que venden el producto para posteriormente abonar al almacenista una cantidad proporcional al precio al que se ha conseguido vender allí la mercancía.

Es decir, la fruta sale de España sin saber a qué precio se va a pagar finalmente. Esto provoca incertidumbre a nuestros agricultores y propietarios de almacén, que en ocasiones, con según que operación pueden perder capital. La gestión entre el propietario del huerto y el dueño del almacén, se realiza en este caso de manera directa sin intermediario alguno, debido a la amistad que une a ambos, aunque lo habitual es que sea el corredor, que trabaja para el comercio, el que negocie por parte del almacén frente al terrateniente.

Antonio, un hombre que conoce todos los entresijos del campo y que entiende perfectamente cada situación que en él se produce, nos avisa de un hecho dramático, asegura que con una cosecha media-alta, con las arrobas que se pueden recolectar en lo que denominamos un año bueno, en una explotación de 100 hanegadas como la que estamos estudiando, no permite vivir a una familia, mucho menos si un año viene con una cosecha escasa debido a factores ya comentados anteriormente. Ni que hablar tiene que en el año que se produjera una catástrofe o siniestro a causa de piedra o las plagas, podría dejar en números rojos las cuentas familiares. Podemos considerar que la rentabilidad de la explotación dependerá de las circunstancias y que en muchos casos simplemente podría ser un complemento de la economía familiar más que la fuente principal de ingresos.

En cuanto a la mano de obra principalmente es española, aunque en los últimos años algún magrebí y varios ecuatorianos han compartido labores. En algunos casos, se pueden ver en las tareas de recolección a matrimonios, hermanos, padres e hijos (estos menos porque las nuevas generaciones, eligen alentados por sus sacrificados padres, estudiar en la universidad), familiares de segundo orden, amigos… Los temporeros trabajan en ocasiones a jornal y horas, es decir hay una cantidad establecida por realizar cinco horas de trabajo y a partir de ahí a tanto la hora adicional. O a destajo, tantas cajas recolectadas tanto se cobra. El que haya mucha mano de obra abarata el precio del trabajo y denigra más la labor agrícola.
El agricultor, por regla general, vive en exclusiva de su labor en el campo y hoy es habitual ver a cuadrillas de recolectores que trabajan a destajo durante unos meses, en los cuales en ocasiones les limitan el cupo de recolección, así a las doce muchos de ellos están en casa con una cantidad de dinero que les permite vivir dignamente durante los meses de trabajo, pero que no les permite ahorrar para los meses en los que escasea el mismo. Algunos de estos agricultores permanecen en collas de poda, pulverización y otras tareas del campo, lamentablemente son la excepción, aunque los agricultores con cierto pedigrí y reconocido prestigio entre los obreros y los capos del campo tienen la faena asegurada durante todo el año, y es que lo bueno en el campo como en todos los sitios se busca y se paga relativamente bien.
Le preguntamos a Antonio si ve un futuro claro para la explotación. Un pesimismo realista se transmite en sus respuestas, cuando asegura que de una plantación como esta “en exclusiva no puede vivir ni el dueño del terreno”, como había quedado claro con anterioridad y ni tampoco un técnico experto como él, que tiene que atender otros campos para garantizar su subsistencia de un modo digno, de acorde a las duras y extensas labores que realiza a diario. Un agricultor sólo puede ganarse bien la vida luchando de sol a sol contra el trabajo, los elementos climáticos, la acción irresponsable del ser humano y otros factores que no por esperados dejan de ser barreras que los agricultores tienen que superar como plagas, la tristeza de los árboles…

Antes de despedirnos le preguntamos a Antonio que si le apetece contarnos algo más y nos dice con resignación, pensando en los que mañana intentarán vivir del campo, que esto se acaba, las causas son el ritmo de construcción de edificios que engordan la ciudad y menguan el hábitat natural de estos auténticos jardineros del mundo, lo mal considerada y lo mal remunerada que está la profesión, lo dura que es, el que por estos y otros factores, se esté perdiendo la tradición agrícola de padres a hijos, el que nuestros productos encuentren competencia en otros países que son capaces de conseguir precios económicos (aunque no la misma calidad), la inseguridad de los agricultores mientras trabajan, la subida descomunal de precios de abonos, herbicidas y pesticidas que en algunos casos ha llegado al 100%, la falta de ayuda de Gobierno, Generalitat e Instituciones que según nuestro protagonista emplean sus recursos y esfuerzos en conservar los pinos y parques, destinando además subvenciones a otros cultivos y zonas de nuestro país y de nuestra comunidad, y, que olvidan, exceptuando pequeñas subvenciones y pequeños detalles de cara a la galería, proteger y fomentar el cultivo de nuestras naranjas…

Con lo que se produce una paradójica situación cuando poniendo todas las cartas sobre la mesa y haciendo cálculos generales, podemos comprobar que el valor de la cosecha, en la mayoría de casos es inferior a lo que el propietario ha tenido que desembolsar durante el año para mantener el huerto y preparar la cosecha.
No es que los agricultores y propietarios pierdan dinero año a año, pero sí, que durante las campañas malas y durante los años que el árbol es arrancado y plantado en su lugar un plantón, que crece hasta estar en esplendor, además de los primeros años y los últimos de vida de ese árbol en los cuales no está a pleno rendimiento, el beneficio no llega ni por asomo al gasto. Con lo que se depende de esos años buenos, en los cuales también hay que rezar para que no venga la piedra o las lluvias torrenciales.

Nuestro amigo tiene los ojos brillantes y mojados cuando habla del campo y sobre todo de las perspectivas que se ciernen sobre él, tiene la sensación de que él con sesenta y tres años lo tiene todo hecho, a punto de jubilarse la tragedia le pilla de vuelta, los que vienen son los que tendrán que bailar con la más fea y en peores circunstancias que nunca… Aunque la agricultura en nuestra zona seguirá viva mientras haya algunos valientes como nuestro entrevistado, que sean capaces de adaptarse y disfrutar de una ocupación, que debido a sus particularidades y a los elementos que en ella influyen e intervienen, empieza a adquirir tintes de heroica.

Regresamos, durante la vuelta, hablamos de política local y nacional, arreglamos el mundo mientras llegamos a casa.

1 comentario:

  1. Interesante artículo!!!

    Y curiosamente hasta me sonaba!!!

    Un abrazo compi!

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